La licencia que permitía a Chevron operar en Venezuela venció el 27 de mayo, y hasta ahora no ha sido renovada por el gobierno de EE.UU. Esta situación deja en pausa sus operaciones conjuntas con PDVSA y genera incertidumbre sobre el futuro energético entre ambos países. Washington condiciona la renovación a avances democráticos por parte del gobierno de Maduro. Chevron mantiene presión para continuar en el país, al que considera estratégico por sus reservas. El impacto también podría sentirse en el mercado global de petróleo.
Fecha:Wednesday 28 May de 2025
Gestor:ESCUELA ESGEP
Crece la incertidumbre sobre el futuro petrolero entre Estados Unidos y Venezuela mientras el reloj geopolítico avanza
Caracas / Washington D. C., 28 de mayo de 2025 — La licencia que permitía a la gigante petrolera estadounidense Chevron operar en Venezuela expiró este lunes 27 de mayo, y hasta el momento no se ha emitido una renovación oficial por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. El hecho marca un punto de inflexión en la compleja relación energética entre ambos países, y genera interrogantes sobre el futuro inmediato de la producción petrolera venezolana, las exportaciones hacia EE.UU. y el equilibrio de poder en el mercado energético regional.
Mientras las actividades de Chevron —una de las pocas compañías extranjeras autorizadas a operar en el país sudamericano— quedan técnicamente suspendidas, analistas y fuentes diplomáticas coinciden en que la renovación de la licencia dependerá del curso político que tome el gobierno de Nicolás Maduro, especialmente en lo relativo a compromisos electorales y la liberación de presos políticos.
La licencia, conocida como "General License No. 44", había sido otorgada por el gobierno de Joe Biden en noviembre de 2022 y extendida luego en 2023 y 2024. Permitía a Chevron reanudar parcialmente sus operaciones en empresas mixtas con PDVSA, la petrolera estatal venezolana, siempre que no implicara pagos de regalías o impuestos al régimen de Maduro.
En la práctica, esta licencia permitió a Chevron extraer, procesar y exportar petróleo venezolano a EE.UU., con importantes resultados: se estima que la compañía exportó más de 150.000 barriles diarios hacia refinerías estadounidenses en los últimos meses, lo que alivió parcialmente la presión energética tras los conflictos geopolíticos en Ucrania y Medio Oriente.
Con el vencimiento del permiso, Chevron queda impedida legalmente de continuar operaciones en territorio venezolano, a menos que se emita una prórroga oficial o una nueva licencia.
Según fuentes del sector energético, las operaciones en campo han sido parcialmente paralizadas a partir de esta semana, en tanto se aguarda una decisión definitiva desde Washington. Internamente, la compañía ha activado protocolos de contingencia y comunicación con sus empleados y socios.
El impacto no es menor: Chevron opera en cuatro empresas mixtas en Venezuela —Petroboscán, Petroindependiente, Petroindependencia y Petroindustrias— donde participa en actividades de exploración, extracción y mejoramiento de crudo. En total, estas operaciones representan una producción estimada de 120.000 a 135.000 barriles diarios, aproximadamente el 15% del total nacional.
Desde Caracas, el gobierno venezolano ha guardado silencio oficial respecto al vencimiento, aunque fuentes cercanas a PDVSA señalan que se mantiene una “esperanza cautelosa” de renovación, sobre todo ante la dependencia tecnológica y operativa que aún tiene el país de Chevron, en áreas como mantenimiento, transporte, seguridad industrial y comercialización internacional.
En medios diplomáticos se filtró que Venezuela habría enviado comunicaciones informales a Washington manifestando voluntad de mantener la cooperación energética, a cambio de compromisos políticos flexibles, pero sin aceptar condiciones que el gobierno considere “intervencionistas”.
Desde el Departamento de Estado de EE.UU., voceros han reiterado que cualquier extensión de la licencia está sujeta al cumplimiento de compromisos democráticos por parte del régimen de Maduro, especialmente respecto a las elecciones presidenciales previstas para finales de 2025, y la habilitación plena de candidatos opositores.
La licencia anterior fue renovada parcialmente tras acuerdos en Barbados entre representantes del oficialismo y la oposición venezolana. Sin embargo, el incumplimiento de varios puntos del pacto, como la inhabilitación de la precandidata opositora María Corina Machado, provocó el congelamiento de alivios en otras áreas.
Ahora, la administración Biden enfrenta un dilema: renovar la licencia para evitar impactos energéticos y mantener presencia estratégica en Venezuela, o endurecer su postura para presionar por más apertura democrática, aún a costa de tensiones petroleras.
Desde la sede central en California, Chevron no ha emitido declaraciones públicas tras el vencimiento, aunque se sabe que mantiene un intenso cabildeo en Washington, tanto con el Departamento del Tesoro como con legisladores clave, para que se permita una prórroga que evite pérdidas millonarias.
Internamente, la compañía considera su presencia en Venezuela como una apuesta estratégica a largo plazo, pese a las complejidades operativas, por la cantidad y calidad de reservas del país, consideradas las más grandes del mundo en crudo pesado.
La no renovación de la licencia no solo afecta a Chevron y Venezuela, sino que tendría efectos colaterales en el mercado petrolero global, especialmente en el suministro de crudo pesado para refinerías del Golfo de México.
En un contexto en que los precios del petróleo han oscilado por tensiones en Medio Oriente, bloqueos marítimos y bajas en inventarios globales, la pérdida del crudo venezolano para el mercado estadounidense podría presionar al alza los precios, aumentar la dependencia de otros proveedores como Arabia Saudita o Canadá, y forzar nuevos acuerdos logísticos más costosos.
Analistas políticos consideran que la ventana para una renovación aún existe, aunque probablemente en forma de licencia temporal, con condiciones revisables cada 90 días. De hecho, voceros del Tesoro han dejado abierta esa posibilidad “siempre que haya avances democráticos concretos”.
Algunos sectores del Congreso estadounidense han solicitado que se mantenga la licencia bajo revisión, como herramienta de negociación con Caracas y para garantizar la estabilidad energética en EE.UU., especialmente en año electoral.
El vencimiento de la licencia de Chevron para operar en Venezuela reabre el debate sobre los límites entre diplomacia, sanciones y pragmatismo energético. Mientras la administración Biden evalúa sus próximos pasos, Chevron, PDVSA y cientos de trabajadores en ambos países permanecen en la incertidumbre.
La decisión que se tome en los próximos días no solo afectará operaciones industriales, sino que podría definir el tono de las relaciones bilaterales en un año crucial para la región. La geopolítica y la energía vuelven a cruzarse, y el crudo venezolano, una vez más, se convierte en pieza central del tablero global